domingo, 21 de febrero de 2010

Tras el rastro de Trafalgar

El Centro de Arqueología Subacuática culmina su labor sobre la batalla

Pedro Espinosa - Cádiz - 28/07/2007



Es sólo una amalgama de hierros sumergida en el mar. O un jeroglífico hundido todavía por resolver. Los restos de un barco aparecidos bajo las aguas de Camposoto, en San Fernando (Cádiz), podrían corresponderse al Fougueux, un barco francés hundido en la batalla de Trafalgar (1805). Es algo que se sospecha desde hace años pero que hasta hoy nadie ha podido comprobar científicamente. De eso se está encargando el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (CAS), con sede en Cádiz, que ha contado estos días con la presencia de tres investigadores externos de Francia y el País Vasco. La aparición el pasado miércoles de un botón de un uniforme, al parecer de un marinero galo, en unas de las inmersiones realizadas por los expertos abre nuevas posibilidades para dar autenticidad a los restos.


Tres han sido los investigadores que estos días han visitado la capital gaditana para colaborar con el CAS. Son el experto en arquitectura naval francesa Eric Rieth, del Museo de la Marina de París y del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia; Martine Acerra, de la Universidad de Nantes, y Manuel Izaguirre, de la Diputación Foral de Guipúzcoa. Se han centrado en el pecio encontrado en Camposoto. Hace un mes ya habían trabajado en la zona conocida como bajo de Chapitel, frente a la playa de la Caleta de Cádiz, donde se cree que descansa otro barco francés hundido en la misma batalla, el Bucentaure. "Tratamos de identificar estos barcos con los restos que siguen estando en el fondo", detalla Izaguirre.
Cañones y munición

Lo que ocurre es que lo que queda bajo el mar está muy lejos de parecer un navío. Lo que permanece hundido es imposible de comparar a simple vista con dibujos o referentes visuales de lo que pudieron ser esos barcos. "Lo que hay es un amasijo de hierros, de cañones, de munición que forma una amalgama. Apenas es una centésima de lo que pudo ser ese barco. Nuestra tarea es interpretar lo que queda y poder obtener una conclusión certera de que esos restos son los que creemos", agrega Izaguirre.

Desde hace muchos años los buzos aficionados han ido descubriendo estos yacimientos. Algunas piezas incluso se guardan en algunos museos. Pero, hasta ahora, nadie se ha detenido a comprobar científicamente la autenticidad de esas sospechas. Las pistas son cuantiosas pero las que pueden aportar datos fundamentales o decisorios son escasas. En la sede del CAS descansan dos cañones extraídos del mar que están siendo sometidos a procesos de conservación. Su estudio ha podido determinar que son propios de la artillería francesa y que podrían pertenecer a una época coetánea al momento en que se enfrentaron la armada inglesa y la aliada francoespañola hace casi 202 años.

En las últimas inmersiones han aparecido más objetos. Por ejemplo, un botón. "Podría corresponder a la marinería que llevaba el barco", relata Izaguirre. Tras el trabajo de campo en el mar, su labor y la del resto de investigadores será revisar en archivos franceses, contactar con otros expertos, repasar la lista de embarque y comprobar si pudiera pertenecer a la ropa propia de alguna guarnición. El botón sería una prueba más para poder cerrar la investigación y, con ella, el proyecto Trafalgar, iniciado casi al mismo tiempo en que comenzó su andadura el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía hace ahora 10 años. Para este aniversario la delegación de Cultura de la Junta en Cádiz quiere abrir en octubre una exposición que repasará la trayectoria de este organismo y que exhibirá parte de los hallazgos realizados.

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